¿Qué pudo ser la estrella de Belén?

Por Josep Emili Arias

Todos los temas donde se entremezcla la historia, la religión, el misterio y la ciencia, generan en el público tanta sorpresa como fascinación. Son terrenos muy resbaladizos en la tarea de buscar una explicación racional y científica, nunca exenta de polémica. Si este tema, ya por sí, resulta confuso y de difícil demostración, el conocido escritor JJ Benitez, nos mete en esta particular cuestión los ovnis. Para poder evitar estas fantasías y otras confusiones debemos dejar bien clara la pregunta: ¿Qué evento astronómico hubo en el cielo el año en que nació la persona histórica de Jesucristo?.

Fecha del Nacimiento
Todos sabemos los dos grandes errores cronológicos cometidos, a finales del siglo V, por el monje armenio y padre del actual calendario, Dionisio el Exiguo. El primer error aritmético fue darle valor 1 al primer año de la nueva era cristiana. La nueva escala empezaba sin el año cero. Dicen, que fue debido, tal vez, a que era hombre de “letras”. El segundo y más grave error fue el colocar un tanto a “ojo” el año de nacimiento de Jesús. Dionisio dio comienzo el año 1 de la nueva era cristiana, cuando en la anterior escala romana corría el año 753 (de la Fundación de Roma). Tanto el cronista judío, Flavio Josefo (37 dC-101), como otros documentos, fijan la muerte del Gran Herodes, rey de Judea, en marzo del año 750 de la escala romana. La contradicción está, en que cuando nació Jesús en el nuevo calendario de Dionisio, Herodes ya hacía 4 años que había muerto. Por tanto, Jesús nació como mínimo el año – 4 de la nueva era cristiana. Josefo también nos cuenta que Herodes, el rey judío que supo cohabitar muy bien con la ocupación romana, fue un hombre muy cruel, mato a su esposa la princesa Marianna y a altos sacerdotes de su propia curia. Según insinúa el evangelista Mateo (Mt 2,1- 12), Herodes se informa del nacimiento del Mesías muchos meses después, decretando así, la muerte de todos los niños menores de 2 años (1). No se sabe con certeza si esta ejecución la ordenó dos o tres años antes de su muerte. Por tanto, con bastante seguridad se puede fijar el nacimiento de Jesús entre el –7 aC y el –6 aC.

Una mayor aproximación nos la da el tan hablado censo de empadronamiento que según nos cuenta el evangelista Lucas (Lc 2,2), es el que obliga a José y a su esposa María, ya embarazada, viajar de Nazaret a Belén, de donde era oriundo José, el carpintero. Se sabe que este censo fue decretado en Roma por César Augusto (63 aC -14 dC) en el año –8 aC, y tuvo lugar en la región de Judea el año –7 aC, para empadronarse y jurarle lealtad al césar. Con certeza no se sabe quien estaba de gobernador en esta provincia de Siria, y antigua Palestina, en el año –7 aC, tanto pudo ser Quintilo Varus, como Sento Saturninus. Si está bastante claro, que el emperador César Augusto para realizar este censo nombró, temporalmente, procurador en esta provincia de Siria, a su mejor hombre de confianza, Publio Sulpicio QUIRINO (procónsul de Asia), también conocido como Cirino. Un buen general y estratega que venido temporalmente de las campañas de Asia (hoy Turquía), ejecutó este censo romano en unas tierras donde los judíos se resistían a jurar fidelidad al césar. Siempre ha habido una cierta confusión histórica por el hecho de que el cronista Flavio Josefo sólo habla de un segundo censo de tasas recaudatorias que hubo en el año 6 dC, y donde esta vez Quirino si era el gobernador de la provincia de Siria. Por tanto, de acuerdo con la mayoría de los historiadores Jesús nació, con bastante probabilidad, en la segunda mitad del año –7 aC, o a mucho tardar, principios del –6 aC.


La cuestión astronómica

En los textos evangélicos (Mt 2,1-10) nunca se utiliza la expresión latina «stela cometa» sino que solo aparece «stela» (de Belén), aportando un significado muy amplio, estrella, grupo de estrellas, constelación y conjunción planetaria. Por tanto, de entrada, ya deberíamos descartar cualquier cometa brillante (o cometa periódico). También se debe excluir una supuesta supernova, explosión de una estrella, conocidas en la antigüedad con el nombre de “estrella invitada”, pues la fuerte luminosidad que despiden estas explosiones en el interior de nuestra galaxia, se pueden llegar a ver de día. Otro motivo más convincente para descartar, tanto el cometa como la supernova, es que ninguna cultura durante el intervalo del –10 aC hasta el – 4 aC, no dejaron ningún testimonio documental ni manifestación artística (esculpida) de un cometa o de una estrella invitada. Pues, tanto la coetánea civilización maya a Centroamérica, como la persa o la cultura china Han, ya disponían en aquellos tiempos de una desarrollada astronomía en sus palacios Observatorios.

Conjunción Júpiter y Saturno

Definamos-lo. Una conjunción planetaria es cuando, aparentemente, desde la visual de la Tierra vemos dos o más planetas muy juntos. Si dos planetas coinciden con la misma línea visual de la Tierra, se incrementa la luminosidad. Fue en el año –7 aC cuando tuvo lugar el fenómeno astronómico de las repetidas conjunciones o aproximaciones de Júpiter y Saturno en la constelación de Pisces. Desde finales de mayo hasta mediados de diciembre del año –7 aC, estos dos planetas comenzaron a mantener una relación muy estrecha, llegando a juntarse (aparentemente) a tan solo un grado de separación. Lo que se ve en el programa informático del simulador astronómico es, i permitidme la expresión, la secuencia de cómo Júpiter intenta, en repetidas ocasiones, ligarse a Saturno. Ya el astrónomo Johannes Kepler en 1606, buscando lo que pudo ser la Estrella de Belén, llegó también, a éste mismo evento astronómico. Pero Kepler tuvo que hacer durante muchas semanas cálculos matemáticos de órbitas planetarias, en cambio yo, y sólo para comprobarlo, hice trabajar durante unos minutos el programa The Sky Astronomy Software. Este peculiar tipo de conjunción Júpiter-Saturno se dan muy a la larga, cada 973 años. La última vez se produjo en el año 1940 y en la constelación de Aries.

Los Magos de Oriente

Sin ninguna duda no eran reyes. Tanto la palabra latina «magi» como la griega «mágou», significan sabio. Parece que las dos provienen del apelativo dado a la casta de sacerdotes persas de religión Zoroástrica. Estos sacerdotes o magos eran muy entendidos en el estudio y movimiento de los cuerpos celestes, como también en la predicción de eclipses y conjunciones planetarias. Eran a la vez, astrónomos y astrólogos, o diciéndolo más claro, practicaban la ciencia y la videncia. Estos Magos también eran conocedores de los textos sagrados de los profetas hebreos, por este preciso motivo debieron relacionar la conjunción Júpiter- Saturno con la profecía de Miqueas (profeta menor), que decía, que el Mesías nacería en tierras de Judea, Belén.

Un camino hacia el Oeste

Suponiendo que hubieran existido estos tres (o que fuesen cuatro o doce) Magos procedentes de Persia (hoy Irán), debieron relacionar la conjunción con esta profecía de Miqueas y por tanto, buscaran cuando la conjunción les señalaba el horizonte Oeste, es decir, las tierras de Judea. De esta forma, la mejor fecha para encaminarse hacia Belén pudo ser en el intervalo del 10 de septiembre al 5 de octubre, cuando al crepúsculo de la mañana, Júpiter y Saturno, se encuentran señalando el horizonte Oeste durante más de cuatro horas antes de ponerse en el ocaso. Mirad la imagen de la simulación, en fecha 09/24/-007.
Recordar que la festividad navideña del 25 de diciembre fue establecida arbitrariamente por el papa Julio I hacia el siglo IV, para contrarrestarle importancia a la festividad romana i pagana de la divinidad de Saturno. Así como también, poder asociar, simbólicamente, la venida del Mesías con el solsticio de invierno (21 de diciembre), que no es otra cosa, que el nacimiento de un nuevo Sol que cada día crece y hace alargar las horas de luz. Fiesta romana que se nombraba “Dies Natalis Invicti Solis”

Hacer un desmentido

Hoy día, hay algunos desaprensivos astrólogos, mal informados, que vinculan malintencionadamente esta conjunción planetaria que hubo en la constelación de Pisces en el probable año del Nacimiento, con el símbolo que escogieron los primeros cristianos durante la persecución romana, ya que estos utilizaban el símbolo del pez como contraseña (o password) para poder reconocerse entre ellos. Este símbolo del pez fue adoptado por los primeros cristianos porque la palabra pez, en griego IXTHUS, lleva las iniciales de Jesucristo hijo de Dios Salvador. Es más, el que el pez sea el animal más nombrado en los Evangelios, nunca ha conllevado ninguna relación con la conocida constelación zodiacal.

Espero no haber roto ninguna tradición y que continuéis colgando del Árbol o del Portal, esa estrella de larga cola.

(1) De la conocida matanza de los inocentes, no existe ninguna documentación paralela a la de los Evangelios que la acredite. Pero según el historiador Phil Greetham, de haberse llevado a cabo esta ejecución, se estima, que como máximo sólo se hubiesen podido ejecutar entre 70 y 80 niños, según la demografía de la época y en la antigua jurisdicción regional de Judea.

Fuentes:

-Jesucristo. Tomo I, de J. L. Martín Descalzo. B.A.C. 1974

-Encyclopaedia Britannica. www.britannica.com
y sus artículos (links) vinculados al tema:
The Nativity Pages, (The Astronomical Theories), by Phil Greetham © 1999