El destino final de la Tierra

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Boletín Huygens
Nº 35
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Por Agustín Sánchez Lavega

Desde que en 1920 se propusieron los procesos nucleares como fuente de la energía del Sol y las estrellas, y más tarde, en 1938-40, se calcularon los detalles de la fusión termonuclear en el interior solar, podemos describir, bajo ciertas hipótesis razonables, cómo será la muerte natural de nuestro planeta. Todas las estrellas nacen, evolucionan pausada y tranquilamente, y finalmente mueren. El ritmo al cual lo hacen -es decir, el tiempo que invierten en cada una de esas etapas de su evolución- depende de forma inversamente proporcional de su masa. Así, las estrellas más masivas apenas viven unos millones de años, mientras que una estrella normal como el Sol puede vivir miles de millones de años.

A partir de los registros geológicos y del estudio de los meteoritos, sabemos con bastante precisión que nuestro Sol y su cortejo de planetas tienen una edad de unos 4.600 millones de años. El Sol se encuentra actualmente en la fase más tranquila de su vida, transformando en su núcleo a millones de grados el hidrógeno en helio. Esa reacción es la que libera la energía que finalmente emite nuestra estrella en forma de radiación al espacio. Pero, con el devenir del tiempo, el combustible de hidrógeno en el núcleo, convertido casi en su totalidad en helio, se habrá agotado.

Las estrellas más masivas acaban sus días de forma rápida y violenta, explotando como supernovas, arrojando al espacio gran cantidad de materia y de radiación. Pero al Sol le espera un devenir más sosegado. Creciendo en tamaño lenta pero inexorablemente a medida que el hidrógeno se consume en el núcleo, llegará un momento en el que se inflará como un globo, de forma muy rápida, convirtiéndose en una gigante roja. Se denominan así las estrellas que muestran un color rojizo -y no amarillo, como el Sol- debido a que su temperatura superficial es más baja, y cuyo radio es cien, doscientas o más veces el del Sol.

Un vistazo hacia el sur de nuestros cielos en una noche estrellada de invierno, en dirección a la constelación de Orión, nos permitirá ver una estrella rojiza y brillante llamada Betelgeuse. Estaremos asistiendo entonces a la visión de lo que será nuestro Sol dentro de unos 7.500 millones de años, que es el tiempo que los cálculos más recientes consideran que tendrá que transcurrir desde ahora para que eso suceda. Y, entonces, ¿qué pasará con el sistema planetario y con la Tierra?

El crecimiento desmesurado del Sol en esa fase hará que los dos planetas más cercanos, Mercurio y Venus, sean engullidos y literalmente evaporados al caer en su interior. Los cálculos sugieren que en esa fase el radio solar no llegará hasta la Tierra. Sin embargo, el Sol pasará por una segunda fase expansiva, 200 millones de años después, cuando el helio del núcleo comience a transformarse en carbono y oxígeno a través de nuevas reacciones termonucleares. Entonces, su capa exterior se volverá inestable, sufriendo contracciones y expansiones, inflándose y desinflándose, y es en esa fase de pulsaciones cuando se calcula que la superficie solar alcanzará muy probablemente la órbita terrestre. La fricción de la Tierra con la materia del Sol -en muy baja densidad en sus partes externas- hará caer a nuestro planeta siguiendo una órbita espiral hacia el interior de nuestra estrella.

Se estima que la evaporación y destrucción final de la Tierra acontecerá cuando ésta se encuentre a una profundidad de una fracción del radio solar actual y alcance una temperatura de unos 300.000 grados. Los cálculos sugieren, además, que Marte sobrevivirá a estos fenómenos y es muy probable que se libre de una caída semejante. Lo mismo sucederá lógicamente con los planetas gigantes -Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno-, que se encuentran en órbitas más exteriores. En ese futuro dentro de 7.700 millones de años, el Sistema Solar se compondrá de un Sol con tan sólo la mitad de su masa actual, será una estrella enana blanca de carbón y oxígeno con un tamaño semejante al de la Tierra, alrededor de la cual se encontrarán Marte y los gigantes en órbitas mucho más alejadas de las que actualmente ocupan.

Mucho antes de que todo esto acontezca, la vida habrá, sin duda, desaparecido de la Tierra. Suponiendo que no suceda ningún cataclismo, como por ejemplo el impacto de algún asteroide u otro cuerpo gigante con nuestro planeta, el crecimiento continuo del radio solar y de su luminosidad harán aumentar paulatinamente la temperatura terrestre. Como consecuencia, se producirá una evaporación del agua de los océanos que podrá llevar a la Tierra a un efecto invernadero desbocado como el que observamos en Venus, en donde la masiva atmósfera de dióxido de carbono eleva las temperaturas hasta los 400 grados.

Cuando toda el agua oceánica se evapore, la presión atmosférica en la superficie alcanzará unas cien veces su valor actual. Dado que el vapor de agua es un eficaz agente invernadero, tan enorme cantidad en la atmósfera hará subir fuertemente las temperaturas. Alcanzados los 150 grados, ninguna forma viviente sobrevivirá en ese tórrido ambiente. Se estima que este proceso puede comenzar dentro de unos 1.000 ó 2.000 millones de años. El hombre está así abocado tarde o temprano, si de perpetuar su especie se trata, a salir de la Tierra y asentarse en los mundos cercanos. Marte, por su proximidad y características, parece obviamente ser la primera estación.

Estas hipótesis toman en consideración solamente los efectos externos -esencialmente, la evolución del Sol- sobre el destino final de nuestro planeta, que se antoja realmente lejano. Sin embargo, quizá la amenaza para la especie humana esté más cerca, resida en ella misma y en el mal uso que de los avances tecnológicos pueda hacer. A corto plazo, parece pues evidente que nuestra preocupación por el destino final de la Tierra no debemos buscarla en el espacio exterior, sino en nosotros mismos.

Fuente: Infoastro

La Anual Invasión De los Sorprendentes Descubrimientos Astronómicos

Por Javier Armentia

Entre el 6 y el 10 de enero se han reunido en Washington, DC (EEUU talmente) miles de personas convocadas por la Reunión (la número 199... ojo al año que viene que hacen 200) de la Sociedad Astronómica Estadounidense. (El programa lo teneis en 199 AAS Meeting). Cada año, por estas fechas, todos los astrónomos americanos, sus instituciones, universidades, institutos y demás, se ponen como locos a presentar lo bueno que son, cuántas cosas hacen y qué sorprendente es el mundo de la Astronomía.

El problema son los daños colaterales que provoca esta reunión: literalmente cientos de notas de prensa son lanzadas por los autores, sus instituciones; además están los cientos de periodistas acreditados que cubren el evento... Todo ello genera mucha información, que pasa a menudo en forma de despacho de agencia sin digerirse bien (o degradándose de manera alarmante) y luego pasa lo que pasa: esas notas van llegando por todo el mundo, incluso a este lejano rincón de la Galaxia tan cañí, y de resultas, a lo largo de estas semanas parece como si a todos los periódicos, y demás medios de comunicación, les hubiera entrado una fiebre por el mundo de lo que tenemos más allá de nuestra atmósfera.

Ni tanto ni tan calvo, porque -como es lógico- lo que sucede es que a veces se convierte en notición algo completamente superfluo, pero que tuvo la suerte de entrar en la redacción del medio en cuestión en el momento adecuado dando con el periodista adecuado... Cada año, así, tenemos sorprendentes noticias de agujeros negros en medio de no se sabe qué galaxias, anillos protoestelares a tutiplén, nuevos exoplanetas (incluyendo como suele pasar alguna imagen de uno que suele finalizar siendo una enana marrón o algo más grande...), canibalismos varios, nuevas teorías para viejos problemas...

Uno, que tiene siempre que andar buceando por los servicios de noticias para encontrar temas para los espacios sobre Astronomía, se encuentra en estas fechas completamente sobresaturado: ¡¡¡si es que hasta sobran las noticias!!! Y piensa que ya podría ser algo menos excesivo, pero más largo, que todo el año esta cosa de estudiar el cosmos despertara más interés.

En fin, pasará esta semana, y nos relajaremos un poco. Aunque este año, ya veremos lo que nos espera para mayo, con la chochi-conjunción de planetas visibles en el cielo. Ya iremos hablando de eso...

Fuente: Infoastro

Postal desde el Telescopio Hubble

El Telescopio Espacial Hubble ha obtenido una postal en forma de nebulosa con los colores verde y rojo, típicos de esta época.

En general, las nebulosas son nubes de gas que por sí solas no emiten energía, a menos que sean calentadas e iluminadas por estrellas cercanas. En concreto, esta es NGC 2080, que lleva el sobrenombre de la Nebulosa Cabeza de Fantasma, y se sitúa en las inmediaciones de la región de formación estelar 30 Doradus (que a su vez está la Gran Nube de Magallanes).

Los astrónomos se han interesado en esta región porque es la región más activa en creación de estrellas de todo el Grupo Local de Galaxias: no está mal para ser una diminuta galaxia satélite de la Vía Láctea ¿no? La imagen tiene 55 años luz de lado, teniendo en cuenta que NGC 2080 está a unos 168 años luz del Sistema Solar.

Cada color de la nebulosa está asociada a la ionización de un elemento químico, que en este caso es el oxígeno y el hidrógeno. Por ejemplo, la luz azul y roja son de regiones donde las nubes de hidrógeno están totalmente ionizadas. Por otro lado, la luz verde es del oxígeno, que está doblemente ionizado. ¿Y el color blanco? Es la combinación de la emisión de hidrógeno y oxígeno.

Fuente: Infoastro

I Simposio Internacional de Astrobiología en Barcelona

Por Begoña Durán

Del 18 al 19 de enero, la Asociación de Amigos Gaspar de Portolà, presidida por el Profesor Joan Oró, organizó en la Facultad de Biología de la Universitad de Barcelona, el primer Simposio Internacional ASTROBIOLOGÍA 2002, que reunió a expertos internacionales en materia del cosmos y de la vida.

Este primer simposio internacional ASTROBIOLOGIA 2002 trató sobre los últimos avances en el descubrimento de sistemes planetarios más allá del Sistema Solar.

También se debatió sobre la posibilita de existencia de vida inteligente extraterrestre, y el proceso de evolución de las estrellas planetarias y de la vida inteligente.

Entre los participantes, se contó con la participación de expertos como el Profesor Frank Drake, de la Universitad de California, que preside desde el año 1984 el Instituto SETI, el cual gestiona el proyecto Phoenix. También estuvo la Prof. Debra Fischer de la Universitad de California en Berkeley, que estudia el descubrimiento de nuevos planetas fuera de nuestro Sistema Solar y su caracterización. El Dr. John D Rummel que dirige desde Washington el Programa de Protección Planetaria de la NASA.

Fuente: Infoastro

Descubren azúcar en dos meteoritos

Expertos de la NASA hicieron el hallazgo. Aportaría nuevos y fuertes indicios de

que la vida en la Tierra fue traída desde el espacio exterior.

Científicos de la NASA han encontrado azúcar en dos meteoritos que cayeron en la Tierra en 1950 y 1965, lo que añade nuevas evidencias de que la vida en nuestro planeta podría proceder del espacio exterior.

Investigadores del Centro de Investigaciones Ames de la NASA en Greenbelt (Maryland), han hallado ahora azúcar y otros componentes relacionados, llamados polioles, en dos meteoritos de tipo carbonaceo, han informado fuentes de la agencia espacial.

"Este descubrimiento muestra que sus síntesis orgánicas, críticas para la aparición de la vida, han viajado a través del Universo"; declaró Kenneth Souza, director de Astrobiología e Investigación Espacial en el Centro Ames.

George Cooper, quien ha trabajado en la identificación de los componentes presentes en los meteoritos, afirma que se han encontrado varias sustancias similares al azúcar, entre ellas dehidroxiacetona y glicerol.

Algunas de estas sustancias, que pertenencen al grupo de los azúcares, son utilizados por las células para formar paredes.

Azúcares claves para el metabolismo celular

Cooper afirma que se han encontrado también evidencias preliminares de algunos azúcares de cadena larga, como la glucosa, que son claves para el metabolismo celular.

"Lo que hemos hallado -señaló Cooper- puede ser solamente química espacial, pero los polioles pueden ser también antepasados de los componentes que dieron origen a la vida en la Tierra".

Los investigadores consideran que el descubrimiento viene a sumar evidencias a la teoría que los componentes necesarios para la vida se extendieron a lo largo y a lo ancho de todo el cosmos a través de los meteoritos.

Fuente: Centro Espacial

Hallan planeta que orbita estrella gigante

Es la primera vez en la historia de la astronomía que se logra este descubrimiento. El astro ha agotado su combustible y es 13 veces más grande que nuestro Sol.

Por primera vez en la historia de la astronomía, se ha descubierto un planeta girando alrededor de una estrella gigante.

A diferencia de nuestro Sol, la Iota Draconis es un astro gigante moribundo, que agotó el combustible de hidrógeno en su núcleo.

Este tipo de estrellas crece enormemente hacia el final de su existencia: la Iota Draconis ha alcanzando un radio 13 veces mayor que el del Sol.

Lo interesante, sin embargo, es que en su expansión no haya devorado al planeta, un destino que podría tener la Tierra cuando el Sol muera, dentro de miles de millones de años.

"Hasta ahora no se sabía si había planetas alrededor de estrellas gigantes"; dijo Sabine Frink, de la Universidad de Calfornia, EE.UU.

"Esta es la primera evidencia de que planetas que se encuentran a una distancia de su estrella parecida a la de la Tierra y el Sol pueden sobrevivir la transformación de la estrella en gigante"; explicó el científico.

¿El planeta sería en realidad una enana marrón?

Iota Draconis -también conocida como Ed Asich ("hiena macho" en árabe)- está situada a 100 años luz de la Tierra, en la constelación del Dragón.

El planeta que la orbita fue detectado mediante una técnica Doppler, basada en la observación de la fluctuación que causa la fuerza gravitacional del planeta a la velocidad media de la estrella.

El planeta tarda 1,5 años terrestres en girar alrededor de Iota Draconis y la forma de su órbita es elíptica, no circular. Su masa es 3.000 veces mayor que la de la Tierra.

Como la técnica Doppler determina la masa mínima, los astrónomos estiman que podría tratarse de una enana marrón (una "estrella frustada", que carece de suficiente masa para iniciar una fusión nuclear), en lugar de un planeta.

¿Qué destino le depara a la Tierra?

Según los astrónomos, la detección de planetas alrededor de estrellas gigantes se dificulta porque estas estrellas suelen pulsar, produciendo efectos de fluctuación que dan la impresión de que tienen planetas en su órbita.

Se cree que, eventualmente, el Sol correrá la misma suerte que Iota Draconis.

Dentro de varios miles de millones de años, cuando el Sol se convierta en una estrella gigante roja, la temperatura de la Tierra aumentará en varios centenares de grados centígrados.

"Los océanos se evaporarán y el vapor de agua escapará de la atmósfera terrestre, debido a las alturas temperaturas"; comentó Andreas Quirrenbach, de la Universidad de California.

"Observar el destino del compañero de esta estrella nos sirve para recordar el de nuestra Tierra"; añadió Debra Fischer, de la Universidad de San Francisco.

Por su parte, otro grupo de científicos ha calculado que el día del juicio final para nuestro planeta no llegará dentro de 7.500 millones de años como se creía hasta ahora, sino dentro de 7.700 millones.

Fuente: Centro Espacial

Detectan una enana marrón cercana

Orbita muy próxima a su estrella en la constelación de Sagitario, a 58 años luz.

El hallazgo plantea nuevos interrogantes sobre la formación de estos cuerpos.

Un grupo de astrónomos tomaron imágenes de una enana marrón, orbitando en torno a una estrella próxima.

Las enanas marrones son cuerpos celestes a medio camino entre estrellas y planetas. Tienen mayor masa que los planetas más grandes, pero carecen de la cantidad suficiente para desencadenar las reacciones termonucleares necesarias para convertirse en estrella.

Aunque muchos de estos cuerpos han sido detectados con anterioridad, es la primera vez que se la ha podido fotografiar tan cerca de la estrella alrededor de la cual orbita.

Esto fue logrado mediante el uso de una tecnología relativamente nueva que utiliza lentes adaptables y permite a los astrónomos obtener una visión mucho más clara a través de la turbulenta y distorsionante atmósfera terrestre.

El descubrimiento, obtenido gracias al trabajo del Observatorio Keck en Hawai, plantea nuevas preguntas acerca de la formación de las enanas marrones y los planetas.

Para el astrónomo Michael Lui de la Universidad de Hawai, "el hallazgo indica que hay una gran diversidad de procesos en curso que pueblan las regiones exteriores de otros sistemas".

Estrellas frustadas

Como las enanas marrones son objetos intermedios entre los planetas y las estrellas, muchos expertos las denominan "estrellas frustadas o fallidas".

Esta enana marrón en particular, situada a 58 años luz de distancia en la constelación de Sagitario, contiene más de 12 veces la masa de todos los planetas del Sistema Solar, según los astrónomos. Su estrella compañera tiene aproximadamente 2.000 millones de años, un poco más joven que nuestro Sol.

"Esta compañera es probablemente demasiado sólida para haberse formado como creemos que lo hacen los planetas, es decir, a partir de un disco de gas y polvo alrededor de una estrella cuando ésta era joven"; explicó Liu en su informe.

Ambos cuerpos están separados por una distancia menor que la existe entre Urano y el Sol. Esto la convierte en la enana marrón a menor distancia de su estrella que se ha observado.

"Este descubrimiento implica que una enana marrón, en promedio, dista de su estrella compañera tanto como distan nuestro Sol y sus planetas exteriores como Júpiter"; comentó Liu.

Los astrónomos esperan que la nueva tecnología de lentes adaptables permita obtener nuevos resultados en las investigaciones astrónomicas y aseguran que este descubrimiento es sólo una muestra de lo que está por venir.

Fuente: Centro Espacial

Se posterga el día del juicio final

Un grupo de científicos afirma que el Sol se convertirá en una estrella gigante roja 200 millones de años después de lo previsto por teorías anteriores.

Esta es la historia de una tragedia anunciada, una en que el Sol destruirá su relación con la Tierra en momentos en que se acerque su propio fin.

Sin embargo, un equipo de científicos halló que los trágicos eventos no ocurrirán dentro de 7.500 millones de años como todos pensábamos, sino dentro de 7.700 millones.

La teoría de la evolución solar predice que el Sol se quedará sin combustible y al hacerlo se expandirá transformándose de una estrella incandescente a una llamada gigante roja.

Estas estrellas gigantes se expanden y tienen la costumbre de tragarse todo lo que esté a su paso, y en el caso del Sistema Solar significa la desaparición de Mercurio y Venus.

Hasa ahora se creía que la Tierra también formaba parte del menú estelar, pero un equipo de investigadores de la Universidad de Sussex, Inglaterra, cree que nuestro planeta escapará a la destrucción al reducirse el empuje gravitatorio, aunque el calor de la gigante roja lo hará inhabitable.

"Nuestro cálculos indican que la Tierra sobrevirá como cuerpo celeste, pero será demasiado caliente para sostener cualquier tipo de vida"; explicó Robert Smith, del equipo de investigadores.

Todo esto nos da unos 200 millones de años más para terminar proyectos pendientes.

Así, dentro de 7.700 millones de años habrá que pensar en un nuevo hogar, ya sea otro planeta o una estación espacial.

Claro, siempre y cuando la teoría de la evolución no sea revisada otra vez y el tiempo se reduzca.

Fuente: Centro Espacial

Encuentran agujeros negros medianos

Los han detectado por primera vez los telescopios Hubble y Chandra. Eran el "eslabón perdido" entre los agujeros negros supermasivos y los primordiales.

Astrónomos estadounidenses han encontrado evidencias de la existencia en el Universo de agujeros negros de medianas proporciones, que no habían sido hasta ahora observados y que son considerados el "eslabón perdido" entre estos engimáticos objetos astronómicos.

En la última década se han encontrado en el centro de varias galaxias pruebas contundentes de la existencia de agujeros negros supermasivos, aquellos que tienen una masa comparable a mil millones de masas solares. También se han hallado, en el extremo opuesto, "agujeros negros" casi microscópicos, a los que también se los conoce como agujeros negros primordiales. Pero los del tipo intermedio no habían sido hasta ahora observados y tampoco documentados.

Un equipo de astrónomos de la Universidad de Michigan, dirgido por Joel Bregman, han detectado evidencias de que existen este tipo intermedio de agujeros negros.

Feroces devoradores de materia

Los agujeros negros son regiones localizadas en el espacio en las que se genera una fuerza de atracción tan grande que nada, ni siquiera la luz, puede escapar a su acción. Estos objetos astrónomicos son difíciles de detectar debido a que no puede verse la luz que emite la materia que engullen.

Sin embargo, se sabe de su existencia porque lo que sí se ha logrado contemplar es lo que se denomina el "horizonte de incidencia o de sucesos", es decir, el límite a partir del cual la materia atraída por su gravedad desaparece.

Los investigadores sostienen que se puede calcular el tamaño de un agujero negro en función de la luminosidad de las estrellas que son engullidas, justo en el momento en el que se precipitan a través del "horizonte de incidencia".

Bregman, en una exposición presentada en la reunión que celebra la Asociación Astronómica Estadounidense, ha señalado que su equipo ha podido detectar evidencias de los rayos X ultra-luminosos que emiten los discos de galaxias que son devoradas por los agujeros negros de tipo intermedio.

Las observaciones de los astrónomos se han podido realizar gracias al uso del telescopio Hubble y del observatorio de rayos X Chandra.

Fuente: Centro Espacial

Nueva teoría sobre formación estelar

La mayoría de las estrellas se habrían formado poco después del Big Bang. Esto contradice al proceso gradual que planteaban varios astrónomos.

La mayor parte de las estrellas que componen el Universo se fomaron poco después del Big Bang, y no de forma gradual como se pensaba hasta ahora, según una nueva teoría que modifica sustancialmente el modelo tradicional sobre la formación del Universo y que ha sido posible por medio de las nuevas observaciones del telescopio Hubble.

Este nuevo modelo ha sido presentado por un equipo de físicos y astrónomos de la Universidad de Nueva York en la sede de la NASA, en Washington.

La nueva teoría sitúa el nacimiento de las estrellas unos 500 millones de años después del Big Bang. Entre el punto cero y ese momento se encuentra lo que se denomina "la Edad Oscura", un período tan oscuro como desconocido.

En el viejo modelo, el proceso de formación de las estrellas va aumentando en intensidad desde el Big Bang, que tuvo lugar hace 15.000 millones de años, alcanza sus máximas cotas hace 10.000 millones de años y poco a poco decrece hasta actualidad.

El proceso de creación de nuestro Universo se parece a un fuego artificial a la inversa, donde "el coronamiento final sucede al comienzo"; explicó el astrónomo y profesor de física Kennet Lanzatta, de la Universidad de Nueva York, durante una conferencia de prensa.

El científico afirma que el momento de culminante de las explosiones y estallidos que dan lugar a la formación de las estrellas se alcanzó, de modo torrencial, nada más iniciarse el Big Bang, se mantuvo durante unos mil millones de años, y poco a poco fue disminuyendo.

Todo ocurrió mucho antes de que naciera nuestra galaxia, la Vía Láctea, que se formó unos 3.500 millones de años después del Big Bang. Nuestro Sol y la Tierra, que le circunda todavía, tuvieron que esperar otros 7.000 millones de años más. El Universo se estaba enfriando.

Una teoría controvertida

El investigador Lanzetta reconoce que la nueva teoría puede suscitar un serio debate con los cosmólogos que manejan la teoría tradicional de la expansión del Universo.

El científico tampoco ha podido proporcionar todavía una respuesta acerca del alcance de las implicaciones que la nueva teoría tiene y ha señalado que se necesitarán telescopios más potentes para obtener información más concluyente.

Fuente: Centro Espacial

El Hubble observa burbujas de polvo

Se encuentran a 5.900 añoz luz de la Tierra, en la constelación de Centauro. Contienen material suficiente para formar 15 soles como el nuestro.

Nubes negras recortadas en el fulgor del hidrógeno recalentado en una incubadora de estrellas deslumbran a los científicos que analizan las últimas imágenes captadas por el telescopio espacial Hubble.

La escena, captada en la región IC2944, a 5.900 años luz de nosotros en la constelación del Centauro, muestra enormes concentraciones de polvo que parecen agitarse y desgarrarse probablemente por efecto de una fuerte radiación ultravioleta en el hidrógeno circundante.

Estas burbujas, llamadas glóbulos, fueron vistas por primera vez por el astrónomo A.D Thackeray en 1950 y es poco lo que se sabe de ellas.

Explican los científicos que la nube de la fotografía son en realidad dos glóbulos que se superponen levemente para nuestra línea de visión desde la Tierra y calculan que el conjunto mide 1,4 años luz en su largo mayor y contiene suficiente material para formar 15 soles como el nuestro.

Valiéndose del poderoso ojo del Hubble, por primera vez los expertos pueden estudiar de cerca estas fantásticas aglomeraciones que parecen fracturadas por fuerzas colosales.

Cuando los radioastrónomos analizan en detalle los glóbulos, observan que las moléculas que los forman están constante movimiento entre sí a velocidades supersónicas y creen que el fenómeno puede ser causado por la tremenda energía ultravioleta que irradian las estrellas masivas de las inmediaciones.

Suponen también que las nubes existían desde antes de que se formaran esas estrellas, pero que una vez que éstas empezaron a irradiar energía y destruir su entorno, erosionaron los glóbulos y los dejaron a la vista.

La imagen del Hubble, describen, es un vistazo a la acción de la fuerza bruta de la radiación ultravioleta en un proceso de destrucción.

Fuente: Centro Espacial

La sonda Cassini se acercó a Júpiter

Utilizó al planeta de trampolín gravitacional para seguir hacia Saturno. Durante su acercamiento observó el nacimiento y muerte de feroces tormentas.

La sonda espacial Cassini alcanzó su punto más cercano a Júpiter y utilizó la gravedad del planeta más grande del Sistema Solar para impulsarse hacia Saturno.

En su paso por Júpiter durante los próximos meses, la nave de la NASA, se coordinará con otra sonda de exploración científica, la Galileo, para observar la superficie del planeta.

Los científicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) condujeron a la Cassini en las primeras horas de ayer a aproximarse a unos 10 millones de kilómetros de Júpiter.

"Contamos con la oportunidad de hacer mediciones con la nave más preparada que se haya acercado a Júpiter"; declaró Bob Mitchell, director de la misión.

"Afortunademente, Galileo sigue operando y eso significa que podemos tener dos fuentes de estudio del planeta desde dos diversas localizaciones simultáneamente"; dijo Mitchell.

La sonda Cassini fue lanzada en 1997 como parte de una misión de 11 años.

En su proximidad a Júpiter, también podrá brindar información sobre la atmósfera del planeta, sus lunas y el enorme campo magnético que lo rodea.

La Galileo, afectada por el desperfecto de una antena, desde hace mucho tiempo se encuentra en el campo magnético mientras que la Cassini lo hizo apenas el jueves pasado.

Los experimentos de la Cassini en Júpiter culminarán en marzo y la nave empezará sus estudios de Saturno en julio del 2004.  

Cassini observa las tormentas que azotan Júpiter

La nave Cassini capturó en su mayor acercamiento a Júpiter filmaciones fascinantes sobre el nacimiento y muerte de las feroces tormentas que arrecian en la superficie del planeta, anunciaron el sábado 30 los científicos encargados del proyecto.

Los investigadores del JPL celebraron el logro de la sonda Cassini, cuyas acciones fueron coordinadas con las de la Galileo para transmitir imágenes a la Tierra del gigante de gas. 

El principal objetivo de los experimentos es estudiar el efecto del viento solar sobre el campo magnético de Júpiter.

El estudio recogió datos por primera vez que demuestran que los átomos del viento solar escapaban al campo magnético.

Los científicos manifestaron que el próximo paso era intentar medir los cambios en el campo magnético de Júpiter creados por el viento solar.

Otras imágenes de las sondas Galileo y Cassini ofrecen una oportunidad para conocer más acerca de los patrones climáticos de Júpiter y acerca de la actividad volcánica en su luna, Io.

Fuente: Centro Espacial

Un asteroide pasó cerca de la Tierra

Se ha acercado a menos del doble de la distancia que nos separa de la Luna. Tiene 300 metros de ancho, lo suficiente para destruir un país del tamaño de España.

Un asteroide se acercó a la Tierra en la noche de Reyes a una distancia muy próxima, la más cercana jamás registrada, lo que ha puesto de manifiesto que la probabilidad, aunque muy baja de que un cuerpo de estas características choque contra nuestra planeta es, a pesar de todo, real.

Concretamente, ha pasado a menos del doble de la distancia que nos separa de la Luna (562.000 kilómetros) que, en términos cósmicos, se considera cercana.

Los expertos creen que el asteroide tiene unos 300 metros de ancho, tamaño suficiente para devastar un país como España si chocara contra la Tierra. Pero no podrá destruir el planeta; para eso debería medir como mínimo un kilómetro.

El asteroide, bautizado como 2001 YB5, fue descubierto en diciembre pasado por el telescopio ubicado en Monte Palomar, California.

Los astrónomos lo clasificaron como un objeto Apolo porque tiene una órbita elíptica muy amplia alrededor del Sol (completa una vuelta cada 1.321 días). En su camino este cuerpo atraviesa las órbitas de Marte, La Tierra, Venus y Mercurio.

Los científicos también lo introdujeron en la lista de asteroides "potencialmente peligrosos", por lo que hay una pequeña posibilidad de que impacte contra la Tierra en el futuro. En ese caso, devastaría por completo un área de 150 kilómetros de diámetro y causaría daños terribles en 800 kilómetros a la redonda.

En esta lista se incluyen a los objetos conocidos como NEO's (Near-Earth Objects), es decir, aquellos asteroides y cometas que podrían colisionar contra nuestro planeta.

Esta no es la primera vez que un asteroide de estas características se aproxima a nosotros. El año pasado, el denominado 2001 DO47, nos visitó en febrero pasando a una distancia algo mayor a la registrada ahora.

Los astrónomos calculan que el asteroide más cercano que se aproximará a la Tierra será el 1999 AN10, que además lo hará pasando mucho más cerca que este último. Esto ocurrirá en el 2027.

Fuente: Centro Espacial

¿Cómo es el centro de la Vía Láctea?

Estrellas enanas, gases, campos magnéticos, polvos estelares y agujeros negros conforman la caótica región central de nuestra galaxia.

Las regiones centrales de la Vía Láctea son un infierno turbulento de energía, estrellas enanas, y agujeros negros envueltos por una nube de gases incandescentes, según han revelado imágenes del telescopio Chandra de rayos X.

Las fotografías han sido presentadas por el astrónomo Daniel Wang, de la Universidad de Massachusetts, durante una reunión de la Sociedad Astronómica de Estados Unidos en Washington.

Tomadas por el observatorio espacial Chandra de la NASA las imágenes muestran explosiones de luces verdes, rojas y puntos azules similares a las de una gran ciudad de la Tierra vista desde el espacio.

Según el astrónomo Wang, "con estas imágenes tenemos una nueva perspectiva de la interacción entre las estrellas, los gases y los polvos estelares, así como los campos magnéticos y las fuerzas gravitatorias en la región". "Podemos ver cómo esas fuerzas afectan las cercanías inmediatas y podrían influir en otros aspectos de la galaxia"; añadió.

Las fotografías que hasta ahora se tenían de la Vía Láctea mostraban sólo "algunas manchas de emisiones de rayos X", pero ahora, como ha explicado Wang y "debido a la alta resolución del Chandra, podemos detectar unas mil fuentes de rayos X, comparadas con apenas una docena previamente conocidas".

Fuente: Centro Espacial

 

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