LEYENDAS MITOLÓGICAS. PEGASO: EL CABALLO ALADO

Por Fran Calvache

Es una grandiosa constelación del cielo de verano, pero sobre todo del otoño de nuestras latitudes. El tamaño del cuadrilátero hace que sea impresionante su observación en el cielo (FIG. 1) Es curioso comprobar que el borde sur de la constelación casi está rozando el plano del Ecuador.

Pegaso está en el cielo rodeado por: Andrómeda, Acuario y el Cisne (entre otras constelaciones.) Precisamente de Andrómeda utiliza la estrella Alfa para formar el gran cuadrilátero que es lo más significativo de la constelación.

La mitología, dedica a Pegaso muchas leyendas, Pegaso aparecía ya en las monedas de la antigua Grecia, unos quinientos años antes de Cristo (FIG. 2.) Se decía que por donde el pie de Pegaso pisaba, una fuente de agua brotaba de la huella dejada por él. Se comenta en Grecia, cómo salió una fuente de una roca sólo por haberla tocado Pegaso.


Pegaso era un caballo alado que nació de Poseidón y de la Gorgona Medusa, de cuyo cuello salió Pegaso cuando el héroe Perseo la venció y la mató. Al poco tiempo de nacer, Pegaso dio una coz en el monte Helicón y en el acto empezó a fluir un manantial que parece ser la fuente de inspiración divina y que consagró a las musas, quienes lo cuidaban y lo alimentaban en invierno cuando no tenía hierba para comer.

En un vuelo que hizo hacia el Olimpo, Pegaso llegó al palacio de Zeus quien le confió la misión de llevar los rayos y los relámpagos y de conducir el carro de la Aurora. Atenea lo domó y lo dio a Perseo para ir a liberar a Andrómeda.

Animados por esto y por el carácter magnífico del caballo, muchos fueron los que intentaron atraparlo, aunque siempre sin éxito. Sin embargo, para Belerofonte, que era príncipe de Corintio, atrapar a Pegaso fue una obsesión. Belerofonte pasó la noche en un templo de Atenea siguiendo el consejo de un adivino y ésta se le presentó de madrugada con unas bridas de oro indicándole que con ella podría atrapar a Pegaso, como así fue. Belerofonte fue con las bridas al prado preferido de Pegaso donde lo encontró paciendo tranquilamente y cuando se le acercó se dejó montar sin resistirse (Fig. 3 y 4)

Una vez logrado su objetivo, el manso Pegaso, se convirtió en una gran ayuda para Belerofonte que lo empleó en sus muchas aventuras contra las Amazonas y la Quimera, monstruo horrendo (Fig. 5.) Sin embargo, Belerofonte se volvió muy orgulloso y se paseaba montado en Pegaso diciendo que podía volar como los dioses, y así, lleno de orgullo, Belerofonte hincó las espuelas en el maravilloso animal, para obligarle a subir hasta el Olimpo (Fig. 6), y allí, Pegaso, que no quería acercarse a los dioses, o porque Zeus quería castigar a Belerofonte, lo dejó caer, y a partir de entonces, Belerofonte vagó sin rumbo por el mundo, sin poder hablar con nadie, rechazado por los dioses. Según otra versión, Belerofonte encontró la muerte en ese momento.

Desde entonces, Pegaso se quedó en los establos del Olimpo y se convirtió en el medio de transporte del trueno y el rayo de Zeus. Pasó a ser corcel de las musas y habitaba con ellas en el Helicón y se dice que descubrió la fuente Pirene, en Corinto. También se decía que era padre de los Centauros, que nacieron de una esclava, con la que Pegaso e Ixión tuvieron relación la misma noche.

Luego se convirtió en la constelación que lleva su nombre con las cuatro brillantes estrellas que forman el Cuadrado de Pegaso (FIG. 7)

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Boletín Huygens
Nº 39
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