Segunda observación popular desde la playa de Gandía.

9 de agosto de 2008


Esta vez, no hubieron sorpresas, y el tiempo acompañó perfectamente. Después de un auténtico día de Sol veraniego, llegó el momento de plantar nuestros aparatos sobre el paseo de Gandía por segunda vez en este verano.

A las 9:30 ya estábamos allí, y pronto descubrimos lo que iba a pasar: que no íbamos a tener ni un momento de descanso.

Si la vez anterior, con tormenta incluida, la asistencia fue masiva, esta vez, en pleno agosto, y con el tiempo realmente veraniego, las colas en cada telescopio podrían ser monumentales.

Y eso fue lo que ocurrió: se montaron cuatro telescopios, y los prismáticos gigantes. En total cinco aparatos, atendidos cada uno por al menos dos socios, y las colas fueron permanentes, desde las 21:30, hasta las 03:00 de la madrugada. Un total de CINCO HORAS Y MEDIA de atención ininterrumpida a todo el que quiso acercarse.

Haciendo algo de números, podemos calcular que, si cada 10/15 segundos pasaba alguien por los oculares de un telescopio, hacen un total de 4 personas por minuto. Por sesenta minutos de una hora, son 240 personas por hora, y por 5 horas y media, hacen un total de unas 1460 personas por aparato, que por un total de cinco, nos da una cifra aproximada de unas 7.300 personas!! Algo increíble. Pasaron de todas las edades: al principio eran visitas familiares, padres y abuelos con niños, luego fueron jovencitos en grupo, luego la segunda edad, que terminaba de cenar y salía a pasear lo comido, y finalmente los jóvenes discotequeros, ya que a la hora en que nos retirábamos, ya estaban abriendo la discoteca, y venían con su vaso de brebaje mas o menos alcohólico en la mano a ver a Júpiter, que en esos momentos era ya lo único que podía verse.

En cuanto a nacionalidades… tuvimos de todo: Los propios del lugar, los europeos de la U.E. (franceses, italianos, alemanes, belgas, etc…) y de fuera, africanos masai (supongo que serían masai, por la altura que tenían) morenos mas o menos intensos, negros totales, asiáticos (muchos niños chinos, o al menos de caracteres orientales), y no digamos de sudamericanos… en fin, que tuvimos de todo.

Y lo mas bonito, como siempre, eran las caras y las frases de admiración al ver una Luna que brillaba esplendorosa, iluminada lateralmente por el Sol, acentuando los relieves dando unas vistas realmente impresionantes. Y qué decir de Júpiter, que empezó mostrando tres satélites, a media observación aparecían los cuatro, y al final de la misma, volvían a verse tres de nuevo.

Yo quiero agradecer a todos los socios (y no socios) que se acercaron a colaborar, su inmensa ayuda, ya que sin ellos habría sido imposible atender a todo el público que se congregó delante de nuestros aparatos. Y para que quede recuerdo imborrable, ahí van sus nombres, sin ningún orden predeterminado, sino según se me han ido ocurriendo: Miguel Guerrero, Fran Calvache, Julio Paredes, José Camarena, Joan Vidal, Cristina Piera, Josep Juliá, José Lloret, Paco Xaixo, Dolores Cid, Fuensanta López, y yo mismo, Marcelino Alvarez. Y no quedaría completo el cuadro de intervinientes, si no nombrara también a Luisa Fernández y Mercedes Fernández, que por su condición de "socias acompañantes" también participaron activamente, distribuyendo los trípticos preparados al efecto, y organizando las colas para que no se mezclaran unas con otras, ayudando a montar y desmontar, realizando las fotografías, y disfrutando del espectáculo de ver a tanta gente sorprendida por la batería de telescopios. Y especialmente a Manolo y Betsy que se ocuparon de traer desde Madrid, y especialmente para esta ocasión a Julio Paredes, A todos ellos muchas gracias

Como es lógico, hubieron anécdotas suficientes para llenar varias hojas, pero la mejor fue la que cuenta Cristina: Un observador, le preguntó que qué eran las estrellitas que se veían al lado de Júpiter, y al decirle que eran satélites, le volvió a preguntar: ¿Pero de esos que tira Bush?, y claro la respuesta fue: No. No son satélites artificiales. Son naturales. De esos redonditos.